El Jefe de Estado de Ciudad del Vaticano, Benedicto XVI, expresa muchas lamentaciones y dice que los curas pederastas deben responder ante Dios y los Tribunales de Justicia, pero en ningún momento habla de destituir a todos estos sacerdotes que, a lo largo de muchos años, han abusado sexualmente de menores de edad. Y eso es lo primero que debería hacer. Primero desinvestirlos de curas. Pero desinvestirlos ante la misma multitud que los aclamó y aplaudió cuando los invistieron sacerdotes. A este grupo de corruptores de menores, se les debería hacer pasar la mayor vergüenza, primero con la desinvestidura, y luego ponerlos a disposición de la Justicia. Y si Dios existe, a medida que se fueran muriendo, Dios ya les pasaría cuentas.
Benedicto XVI, en ningún momento habla de destituciones, porque es notorio que hay muy pocas vocaciones al sacerdocio. Y si pone a unos cuantos de patitas en la calle, sus huestes quedarán muy escasas y diezmadas.
¿Y por qué no hay vocaciones al sacerdocio? Dicen que hay varias respuestas a esta pregunta. Pero la que más fuerza tiene, es la que responden muchos posibles curas, cuando alegan que no se hacen curas porque no se pueden casar.
Y esta ley que impide casarse a los curas, es precisamente la primera de las leyes que Benedicto XVI debería abolir, entre otras que hoy en día quizás ya no tienen ningún sentido de que los futuros sacerdotes las cumplan.
Si los futuros sacerdotes se pudieran casar, el tanto por ciento de pederastas bajaría en picado, por decir, incluso, que casi el número sería insignificante e incluso mucho más fácil de detectarlos, detenerlos, juzgarlos y condenarlos.
Si Benedicto XVI sólo se dedica a amonestar verbalmente a estos curas pederastas y a cambiarlos de diócesis alejándolos de los lugares donde han cometido los abusos sexuales a menores, el problema no quedará erradicado dado que, los sacerdotes desplazados, en la primera ocasión que tengan, volverán a tratar de corromper a menores.
La mejor solución sería destituir a todos y, una vez en la vida civil, hacerlos pasar por los Tribunales de Justicia, condenarlos y que pasaran el resto de su vida en un culo de mazmorra de cualquier castillo-prisión de ultramar, como por ejemplo «Le Chateaux d'If» cerca de Marsella, que es donde tuvieron encerrados a aquellos dos famosos personajes de ficción: Edmundo Dantés (el Conde de Montecristo) y el Abate Faria, de la famosa novela de Alexandre Dumas: «Edmundo Dantés o el Conde de Montecristo». Todos los pederastas juntos en aquella tétrica cárcel, seguro que el ambiente les haría perder las ganas de corromper a menores. Y de "Le Chateaux d'If» no salía nadie vivo, salvo Edmundo Dantés, que era el bueno de la novela. Porque vayan a saber, cuáles eran los motivos por los que fue condenado el Abate Faria!
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